La niña que soñaba

De su cabeza salen infinitos colores en forma de tiras de serpentinas de las que cuelgan sus ilusiones: un unicornio blanco, un jardín de flores, la sonrisa de su madre... o al menos así uno la imaginaría si la observase con su mirada soñadora perdida en el interior de su mente mientras sobre la mano apoya su pequeña cabeza al tiempo que despliega una franca sonrisa que ilumina su cara.
El sol que se posa sobre ella a través de la ventana juega a acariciarla con cálida mano y los pájaros que revolotean frente al cristal parecen bailar para ella con alegre trinar.
Pero si miras detenidamente, verás que el color de la vida se detiene en la barrera del cristal de su ventana.
Dentro, rodeándola amenazantes, sólo puedes distinguir oscuridad plagada de siluetas inquietantes que custodian su espalda.
La niña que mira con esperanza en la mirada, puede que imaginando el mañana, no parece darse cuenta tan absorta como está mientras las nubes corren veloces por un perfecto cielo azul.
Las serpentinas se han tornado en un enorme arco iris que flota como una diadema que delicada intenta acomodarse sobre su cabeza. Pompas de corazones asoman ahora de las líneas de colores donde comienzan a brotar letras que componen palabras que expresan emociones: amor, amistad, familia... haciendo que te frotes los ojos para eliminar esa fantasiosa imagen para observar la realidad de un cuarto oscuro  que torna la infantil imagen en un dibujo casi fantasmal de una frágil cabecita cuyos ojos se comienzan a cerrar y sin saber porqué, intuyes que no es para soñar.
El sol ya no ilumina la ventana y los pájaros han cesado de cantar. El cielo se ha vuelto plomizo y primero con tímidas gotas que se agrandan cada vez más te comienzas a mojar.
Ha oscurecido de repente todo y la imagen de la niña casi desaparece en el cristal cuando ves la silueta de una mano que corre una tupida tela sobre el cristal.
Te quedas ahí, bajo la lluvia huérfano de su imagen angelical.
Una sirena suena a lo lejos, aproximándose cada vez más hasta detenerse frente a un portal.
El portal que cuando subes la mirada sabes qué ventana encontrarás al final.
Después de meses acudiendo puntual a esa furtiva cita de la que sólo tú hablarás.
Contarás que cuando conociste a la niña que soñaba frente a la ventana, eras la enfermera que la acompañaba durante su cruel enfermedad. Que cuando sus padres decidieron que no querían que terminase sus días en una fría cama de hospital, quisiste acompañarla con la misma esperanza con la que ella miraba por la ventana una vida que jamás tendría pasar frente al cristal.
Cómo los colores que esa pequeña vida irradiaban se fundieron en una oscuridad total y que junto al cielo lloraste porque su sueño había llegado al final.

Comentarios

Pilar La Eremita ha dicho que…
Solo puedo decir... uffff.... precioso pero ufff..... que se me ha colado arenilla en los ojos
Mardolo ha dicho que…
Cuando comencé el relato, tenía en mente un desarrollo distinto pero de pronto sentí que la historia cobraba vida propia y me pedía otra cosa.
Prometo que la próxima vez te pondré una sonrisa.
Gracias por tu valoración.
Rosa Boschetti ha dicho que…
Que bonito! Conmovedor y dulce ante lo trágico🐾
Mardolo ha dicho que…
Gracias Rosa. Un placer reci ir tu visita