Dies Irae: Versos, canciones y trocitos de carne (II)

Tras acabar la extraordinaria "Memento mori" con la que el vallisoletano César Pérez Gellida inició esta trilogía, abrí con avidez las primeras páginas de su continuación, "Dies irae".
Quería saber más, necesitaba continuar el viaje a los infiernos que inician en el todos y cada uno de sus protagonistas y sobre todo, saber cómo conseguiría Augusto Ledesma seguir su estela de horror y hasta qué punto mantendría su interés como para no sólo seguirlo en sus casi seiscientas páginas sino en un tercer volúmen.

Con cara de circunstancias, lo confieso, me quedé tras leer el prólogo del periodísta Jon Sistiaga que introduce esta segunda parte.
Si, está bien escrito.
Sí, habla de algo tremendo que él ha vivido y contado en primera persona.
Pero "Dies Irae", no es una narración bélica ni un ensayo sobre la guerra.. 
Por más que algunos personajes y situaciones se localicen en el conflicto de los Balcanes,.
Es una historia con muchas intrahistorias, repleta de matices, multióptica y una vez más, capaz de dar una nueva vuelta de tuerca sobre sí misma reinventándose como el propio asesino que la protagoniza.

Tras verse obligado a aceptar el cierre del caso de los asesinatos múltiples de Valladolid con un falso culpable impuesto por las concluyentes pruebas contra él que el auténtico autor material preparó, Ramiro Sancho decide tomarse un respiro en su carrerra para asimilarlo, así como la traición incompresible del que fuera su mayor apoyo en la investigación.
Cuando comienza la búsqueda de Armando Lopategui para exigirle respuestas, este no sólo estará dispuesto a dárselas sino que le confesará que en realidad, a la persona que el quiere ver entre rejas sigue con vida y ha vuelto a actuar.
Augusto Ledesma, el asesiono sociópata de Valladolid, ha viajado a Trieste para continuar con su obra de horror y sangre.

Tras superar el escollo del prólogo y un primer capítulo que, a priori, nada nos aporta, entramos de lleno en la acción con el relato de una ejecución despiadada cuyo verdugo no es el que creíamos.
De ahí en adelante, sucumbimos al buen hacer del autor y nos vemos arrastrados a recorrer distintos escenarios y ubicaciones para completar un puzzle que integra a la perfección elementos de denuncia, y realidad convirtiendo su ficción en algo vivo y palpable.
Quizá algo excesiva, una vez más, la verborrea de Lopategui y algo "pesada" cargando excesivamente las tintas en la cronología del conflicto de los Balcanes pese al encomiable trabajo de documentación que con ello aporta César.
Por fortuna, la selección musical, y la doble dimensión que cobra Augusto así como la incorporación de nuevos personajes, el desarrollo más profundo de otros y la inteligencia de la trama, nos dejan una vez más boquiabiertos, entusiasmados y dándole vueltas a su lectura aún tras acabarla, exigiéndonos continuar para saber el resultado de un duelo legendario.

Calificación: Sobresaliente.
Para amantes del género negro más despiadado.

Lo mejor: La cohesión entre elementos de la realidad con los ficticios dotándolos de una entidad tan viva que duele; el magnífico manejo de personajes y escenarios; el momento del reencuentro entre los principales protagonistas que romperá con todo lo establecido y abrirá nuevas brechas en un frente de "batalla" que parece no tener fin; que abandona los tecnicismos y se hace más asequible al lector profano.

Lo peor: Lamentándolo mucho, su prólogo; el exceso de información política y de nombres impronunciables en los escenarios del conflicto de los balcanes que llega a entorpecer el avance más fluido de la trama.

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