Khimera
De la mano de uno de los autores más sorprendentes que he tenido la suerte de descubrir este año, César Pérez Gellida, me he adentrado nuevamente en la novela de ficción a través de su último libro "Khimera".
Como siempre que me sucede cuando me acerco a este género, lo hago con la mente abierta, ansiosa por descubrir que visión del mundo me ofrecerá el autor, cuánto de verdad hay bajo la capa vestida de ficción, y, sobre todo, para descubrir qué mensaje, qué advertencia subyace como conclusión. En ese sentido, "Khimera" cumple punto por punto todas y cada una de mis espectativas.
Ambientada en un futuro no muy lejano, año 2054, nos muestra un nuevo orden mundial donde la especie humana ha aprendido a convivir con una nueva división territorial y una estrategia política alejada de lo conocido, tras la casi devastación total del planeta y que a punto ha estado de extinguir nuestra especie, en favor de un mundo prácticamente controlado por la inteligencia artificial.
La semilla de esta idea sin embargo, no es sino una distorsión del proyecto inicial "Khimera", concebido unas décadas atrás y que tras fracasar quedó en el olvido.
Cuando se descubre que algo sobrevivió a aquel proyecto, comienza la búsqueda para destruirlo por parte de quienes ven peligrar su actual estado de bienestar pero también por aquellos que, contrarios al sistema impuesto, buscan las respuestas y el apoyo que necesitan para devolver al mundo un futuro más real.
Dividida en cuatro partes, brilla portentoso su preludio, inspirado en un cuento popular ruso, que reviste de mágica y épica aventura el arranque de la historia.
Entrados en su primera parte, resulta un poco apabullante y confuso orientarse dentro de la magnifica composición del tablero del mundo donde acontece la narración. Gellida nos sitúa en la realidad politico geográfica en que suceden los hechos, consecuencia de muchas acciones y conflictos bélicos que tienen su origen en nuestra historia reciente e incluso actual. Si bien necesaria, resulta en ocasiones excesiva al menos para el lector profano.
A mi, concretamente, me ha parecido como si un catedrático de matemáticas me diese una clase magistral sobre la complejidad del número Pí. Me fascina el entusiasmo con el que me lo cuentan, admiro la mente privilegiada del que lo entiende pero yo... me pierdo. Me sobra y basta con saber que Pí es lo mismo que decir 3,1416. Y de eso adolece mucho esta primera parte. Uno necesita ubicarse constantemente cuando podría haberse aligerado un poquito. Es necesario conocer el escenario donde se nos va a presentar la trama pero resulta muchísimo más eficaz cuando, dentro de cada división territorial por fin se nos presentan los personajes que la identifican. A partir de ese momento, uno consigue conectar con la historia y todo se acelera.
En su segunda parte comienza el "Rock & roll". Nos adentramos guiados por cada uno de los personajes encada una de las partes que conforman el conflicto hasta que convergen en el punto común a todas ellas: la búsqueda del bogatyr, la esencia misma que sobrevivió al proyecto "Khimera".
Un ritmo trepidante, una fácil empatización con todos y cada uno de los personajes y ecos del personaje con el que se dio a conocer Gellida en su Trilogía Versos, canciones y trocitos de carne: Augusto Ledesma, en la forma de actuar de uno de los personajes de "Khimera".
La tercera parte es sin duda la que fluye con más agilidad, la que nos acelera el corazón, la que nos angustia. Donde todo cobra una velocidad infernal pre climax.
Su última parte es la de revelación, la de tirar del pespunte para que quede la costura perfecta y primorosa del sastre que la ha tejido con mimo e inteligencia.
Todo encaja a la perfección y sin embargo, nos quedamos con la boca abierta, admirados, porque nada es como creíamos ni todos quien creíamos que eran.
Y eso sólo lo hacen los grandes y César, lo es.
Calificación: Notable.
Para amantes de la ficción futurista con tintes apocalípticos que deseen asormarse al peor de los futuros posibles.
Lo mejor: Su preludio; la formación de las distintas expediciones y su evolución; la sorprendente revelación de la identidad de Rusalka; la tensión del asedio al último bastión Khimera; el mensaje de esperanza que pese a todo, brilla al final.
Lo peor: Una primera parte densa en información; saber que el traidor de la expedición es uno de los personajes con los que uno simpatiza desde el principio.
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