Lamentable espectáculo

Foto: El Mundo

Me llena de amargura e indignación que el nombre de Alcorcón, la ciudad madrileña donde me he criado y he vivido hasta hace cuatro años, sea ya tristemente conocida através de los medios de comunicación (prensa, radio y tv), siempre por hechos lamentables como la violencia y/o el asesinato.

Seguro que los que hasta hoy no hubiérais oído hablar de ella, la habréis conocido por los disturbios habidos durante este pasado fin de semana entre latinos y españoles. ¿Por qué? Porque desgracidamente, esto tenía que ocurrir antes o temprano y porque, aunque se nos tache de racistas o xenófobos, la paciencia tiene un límite y hay situaciones que son como la gota que colma el vaso.

El barrio donde se han producido los hechos (Torres Bellas), mi barrio, es de gente humilde y trabajadora de toda la vida. Con los años, las defunciones de sus vecinos más mayores o la adquisición de viviendas más amplias en otros puntos de la localidad o incluso fuera del término municipal, como en mi caso, ha propiciado que se renueve la población, que es actualmente, en su mayoría inmigrante, de todo tipo de nacionalidad (colombiana, ecuatoriana, marroquí, negra, china, rumana...) dado que el precio de la vivienda, sin ser barato, ojo, al menos para la zona y metros cuadrados de los pisos (entre 50 y 60) son de las pocas asequibles para la gente con sueldos bajos, y la modalidad de alquiler, la más habitual y está por debajo de los 600 euros mensuales. Al mismo tiempo, los comercios, antes regentados por españoles, (principalmente tiendas de alimentación, prensa o similares), están en la actualidad traspasados o adquiridos por chinos y los supermercados cuentan entre sus empleados con numerosos sudamericanos. Si hablamos de empresas de construcción obras y reformas, entraría también un amplio colectivo de rumanos. ¿Con este panorama ha habido problemas? Pues no. No más que los habituales de siempre, porque la mayoría de estas personas son honestas y trabajadoras, que se han integrado al barrio y el barrio los ha recibido y se ha adaptado a esta diversidad. Donde antes sonaban rumbas a todo volumen, que motivaban quejas vecinales, ahora es el reageton, con lo que digamos serían los problemas de siempre pero con variante de estilo musical. Pero... ¿y qué sucede con la juventud, que se supone es más abiertas y solidaria?. Pues que se revela ante los abusos, porque al contrario de sus mayores, que para evitar problemas o que se les tache de lo que no són cuando por ejemplo, si en la cola del mercado alguien extranjero se les cuela y si se lo recriminan, como se haría si fuese español, estas personas se les tiran literalmente a voces encima tildándolos de racistas, (que señores, de toda la vida de Dios, se ha guardado la cola y guste más o menos cuando alguien se la salta se encontrará con quien lo evite), si tienen que decir hasta aquí lo dicen y punto.

Sirva de ejemplo que existe frente al Centro Joven unas canchas de baloncesto, que si fuera una urbanización cerrada, serían de uso y disfrute de los que las pagaron, es decir, los vecinos de Torres Bellas. Pero no es el caso. Por decisión de estos mismos vecinos, son lugares de público acceso y punto de reunión de todo el que quiera acudir a ellas a disfrutarlas, al igual que la fuente pública para beber que próxima a ellas hay instaladas. Pues el colectivo joven latinoamericano, latín king, para más señas, se ha apropiado de estas instalaciones. ¿Cómo? Exigiendo a los adolescentes españoles un canon por utilizarlas. Así como lo escribo. Y pobre de aquel que no asuma el "impuesto". Y los vecinos, se han quejado,. Y el Ayuntamiento les ha acusado de xenófobos y de no facilitar la integración.

Las plazas que conforman la manzana de Torres Bellas, son tomadas fines de semana si y otros también, para ingentes concentraciones de latinos que organizan macrobotellones y no pocas trifulcas que siempre se saldan con algún que otro altercado. Los vecinos denuncian la situación. Se les tacha de racistas.

Todas estas situaciones se convierten en polvorines a punto de estallar a la mínima chispa. Y este fin de semana, la misma se ha propiciado.

Todo comienza el viernes cuando un grupo latino agrede a una pareja española. Los amigos de la pareja, se toman la revancha. Hasta aquí, es la historia de siempre. La triste ley del "ojo por ojo y diente por diente". Pero el grupo latino, no lo entiende así y considera una provocación la venganza y convoca a su gente para "limpiar la afrenta". Y tras hacerlo, se van de "paseo" por el barrio, portando bates de beisbol y arremetiendo con ellos contra coches y mobiliario urbano que pillan a su paso, ante el asombro de los adolescentes de entre 13 y 17 años que están en las canchas y que, al ver esta forma de actuar, les increpan que respeten lo que no es suyo. Que están hartos de que vengan a su barrio a liarla. Pero los chavales, se equivocan. Los latinos aún no la han liado. Venían provocando, buscando enfrentamiento, y lo han encontrado. Arremeten contra los chavales incluso apuñalan, hasta seis veces, a un chico que pasaba por allí y que ni había abierto la boca.

Como padres, si observais desde vuestras ventanas esto... ¿no bajáis a la calle? ¿no avisais a la policia?. Pues esto es lo que se hizo. Pero en este tipo de situaciones límite, es difícil tener sangre fría y los ánimos se calientan. Y una vez más, los titulares hablan de reacciones "xenófobas" y "racistas" de los vecinos. Pero la mecha apenas se ha prendido porque el altercado, se propaga por sms entre los jóvenes españoles y por internet a ritmo de vértigo y la respuesta no se hace esperar. El polvorín estalla. Se clama venganza.

Los vecinos solo quieren, piden y solicitan que se mantengan las normas de convivencia que hasta ahora se habían observado. Que la gente buena y trabajadora, integrada y aceptada con indepencencia de su origen, se quede. Pero que la "chusma" se vaya. No hay derecho que un barrio obrero de toda la vida se haya degradado hasta el punto que la gente tenga miedo a salir a la calle. Así no. Respeto, ante todo, respeto.

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