El mal de Corcira

Vuelven las reseñas de libros al blog.
Este libro me ha acompañado en mi regreso a "la nueva normalidad" después de más de dos meses de sequía lectora.
Aprovechando que se trata de una nueva entrega de los personajes creados por Lorenzo Silva, Bevilacqua y Chamorro, por los que siento una devoción intensa, me pareció una lectura perfecta en la que sumergirme para desconectar, temporalmente, de la realidad.

Parece que por fin vamos abriendo el camino para hablar de una de las etapas más oscuras de nuestra historia reciente y que hasta no hace mucho era un tabú: ETA. En gran medida, si bien no la primera que fue básicamente cinematográfica, esa puerta la abrió la memorable "Patria", de Fernando Aramburu que nos hablaba de la realidad vasca de esos años y sus repercusiones en la sociedad tanto en el entorno de la militancia como de las víctimas de los atentados con el hilo conductor de la historia de dos familias.
Más recientemente fue la televisión con la serie "La línea invisible" la que nos enseñaba el origen de la banda terrorista y sus primeros pasos como organización revolucionaria al principio para pasar luego a la lucha armada.

En "El mal de Corcira", el libro del que quiero hablaros hoy, tenemos también un acercamiento a esos años del miedo pero más a modo reflexivo y con un inevitable paralelismo con una guerra ancestral entre conciudadanos que se libró en Corcira, la actual Corfú,  y recogida por el griego Tucídides.
Como en todos los libros de la saga de Bevilacqua y Chamorro, la historia abre con la aparición de un crimen.
En este caso aparece muerto un hombre desnudo brutalmente asesinado en una playa de Formentera. La unidad local cree que se trata de un crimen relacionado con alguien que, como la propia víctima y según los testigos, frecuentaba los ambientes gay de la isla. Pero la identidad del muerto, un ex miembro de ETA que cumplió condena en Francia y España,  obliga a desplazarse para su investigación a la unidad central de homicidios para  asegurarse que el fatal desenlace no guarda relación con nadie de aquella época. Esta particular característica del muerto obliga al equipo de Bevilacqua a desplazarse al País Vasco, donde residía con su familia y el lugar en el que el subteniente estuvo destinado hace treinta años en la lucha antiterrorista despertando de este modo sus vivencias durante aquellos años, sus miedos, sus dudas con lo que hizo y lo que nunca llegó a hacer, a la vez que afronta la desconfianza del entorno de la víctima.

A lo largo del relato, y como es habitual en el autor, viajamos hacia adelante y atrás en el tiempo intercalando la investigación con las evocaciones de la experiencia que sobre el terreno adquirió que contrastan con una realidad muy distinta ahora que la banda ha abandonado definitivamente la lucha armada.
Sin embargo es palpable que aún existen heridas abiertas tanto propias como ajenas.
Todo ello salpicado con temas tan actuales como el independentismo y la lucha por una identidad propia, algo que ni mucho menos es nuevo como las lecturas que durante la investigación le revelarán al subteniente, así como la propia historia de la isla en la que se ha cometido el asesinato que conocerá a través de sus habitantes.

Calificación: Bien.
Cumple con su intención didáctica, la investigación resulta interesante, es ágil aunque un tanto tibio en su posicionamiento.

Lo mejor: La notable información, al menos para mí absolutamente desconocida, de la historia de las islas de Ibiza y Formentera: Invita a conocerlas desde su lado vital alejado del estereotipo fiestero con el que se publicitan; Ruano y las anécdotas de formación que con él viven Bevilacqua y Álamo cuando entran a formar parte de la lucha antiterrorista; la terminología para las operaciones de la guardia civil; descubrir a Tucídides; Conocer la historia del monumento a los corsarios; el sentido tan inmenso que conlleva el título del libro.

Lo peor: Termina siendo más interesante la historia de Álamo que la del propio Bevilacqua; Ese obligado distanciamento Bevilacqua-Chamorro abriendo camino a otros integrantes del grupo que gustan, pero no son "el dúo" para terminar introduciendo una alternativa de similares características que la original, suena a que el autor anda rumiando un final para sus criaturas que a mi no me termina de cuajar; insinuar en varias ocasiones el handicap de la edad de Bevilacqua lo que me confirma lo anterior.

Comentarios