¿Todo por un sueño?
Refugiada de la rutina post-navideña, he tenido oportunidad de perderme entre las páginas de la revista National Geographic de este mes, que tiene un artículo impresionante sobre la nueva Dubai. escrito por Afshin Molavi.
Como siempre, las fotografías que lo acompañan, en esta ocasión tomadas por Maggie Steber, son impresionantes, pero no menos el texto que ilustran, el relato de como algunos sueños que se hacen realidad, creando posibilidades más allá de la imaginación, a pesar de que el precio a pagar, repercuta, de manera negativa en la naturaleza, fundamentalmente, y en las clases sociales menos favorecidas, como desgraciadamente viene siendo habitual, en beneficio de unos pocos privilegiados.
Esta es en líneas generales la esencia de un reportaje que nos presenta la transformación de un antigüo puerto pesquero, en todo un punto de referencia dentro de Oriente Medio.
Pese a todo, uno no deja de sorprenderse de las maravillas de ingeniería que puede ser capaz de crear el hombre.
Esta es una vista aérea de Palm Jumeirah, un conjunto de islas artificiales dispuestas de tal forma que conforman una palmera residencial de viviendas exclusivas frente a la costa de Dubai ampliando esta hasta 70 km. Este es uno de los tres proyectos urbanísticos desarrollados en la zona, destinado a promover la economía de la ciudad con los ingresos derivados de las inversiones inmobiliarias y turísticas, fundamentalmente comercial. Actualmente se está trabajando en dos composiciones similares que duplican el tamaño de este primer proyecto que, sin embargo, no es el único.
Existe otro aún más ambicioso, basado también en la creación de islas artificiales para conformar una imagen en miniatura del mapamundi, denominado The World . Aquí podéis
apreciar una vista aérea del mismo.
Pero pese a la belleza del proyecto, innegable, de magnitudes faraónicas, no se puede obviar el coste ecológico de tan exclusivo sueño.
Los arrecifes de coral. tortugas y otras especies autóctonas, están desapareciendo de la zona occidental del Golfo Pérsico, suplantados por una fauna de clase pudiente que se instala en villas de lujo a precios tan inalcanzables como los 30.000.000 de dólares de media.
No es extraño también que esto nutra el mundo de las mafias, blanqueadores de dinero y traficantes ilegales de todo tipo, incluso de seres humanos.
Y mientras este desaforado urbanismo, que era apenas imaginable hace una década, cambia radicalmente la apariencia del paisaje, no menos importante es el cambio producido entre los habitantes originarios, superados en número por los extranjeros hasta el punto de que el Gobierno financia bodas colectivas para promover el matrimonio entre la población autóctona. El petróleo, ya no es la base de la economía, siendo sustituido por la creación de "zonas francas" libres de impuestos y/o tasas de aduana, con posibilidad de transferencias de capital que atraen a múltiples inversores que contribuyen a la creación de nuevas empresas. Pero la realidad social en la capital, lejos de este sueño urbanístico, es bien distinta. La población obrera, mayoritariamente emigrantes de Asia, se hacinan en comunas inundadas de aguas residuales dado que deben sufragar con sus sueldos el coste de su viaje hacia una oportunidad laboral en Dubai. Un absoluto mundo de contrastes en una sola ciudad multiracial, capitalista, emprendedora, que ofrece sus dos mitades, a un lado y otro de la muralla de apartamentos construidos a lo largo de la costa.
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