Las huellas imborrables

He aquí el quinto libro de una autora que se dio a conocer con una gran historia, "La princesa de hielo", y que desde entonces, no ha dejado de ampliar el imaginario de crímenes iniciado con ella descubriéndonos, con cada nueva entrega, las infinitas mezquindades, horrores y secretos que puede llegar a albergar el alma humana.
Camilla Läckberg se ha convertido gracias a ello en la escritora de novela negra por excelencia, de la narrativa actual.
Si bien los personajes conductores del relato se han mantenido desde el primer libro, evolucionando de forma desigual y no a gusto de todos los seguidores, al menos en mi caso, las tramas de los casos abordados han mejorado sustancialmente, explotando sin piedad el lado oscuro de la psique humana, profundizando en cuestiones de innegable actualidad y apostando  por la deducción lógica e inteligente, apoyada por la ciencia justa y necesaria pero sin trucos, de la que adolecen los procedimentales criminalísticos televisivos.
El humor, en ocasiones negro, sigue presente y se agradece pues su autora lo dosifica eficázmente para paliar la crudeza de algunos pasajes que moralmente, podían tacharse de intolerables.
Una vez más el pueblo de la autora vuelve a ser escenario de un crimen con ecos en el pasado, dejando patente, aún más si cabe, el dicho de que al final la verdad siempre sale a relucir.
Erica retoma su trabajo tras su maternidad y en esta ocasión Patrick asumirá, o intentará hacerlo al menos, su baja paternal en medio de una investigación que, de forma inesperada, guarda relación con la juventud de la madre de Erica.
Una nueva incorporación en la comisaría, de nuevo femenina, será otra de las historias paralelas que completan un relato más coral de lo habitual, con espacio para la denuncia social, para la memoria histórica y para saber porqué la naturaleza humana, tiende a repetir, generación tras generación, los mismos errores en su busca errática por la justicia.

Calificación: Sobresaliente. Una historia tejida a conciencia para atraparnos desde el principio hasta el final.

Lo mejor: La extraordinaria configuración de personajes y la, ya reconocida, habilidad de la autora para los saltos temporales cada vez más complejos y mejor construidos; la necesaria humanización y acercamiento al personaje de Mellberg; la posibilidad de ver las dos caras de una misma moneda sin poder evitar la angustia idéntica que ambas esconden haciéndonos difícil decidir cuál de ellas es la buena y cuál la mala porque ambas se complementan y no existen una sin la otra.

Lo peor: Que el personaje de Erica, a fuerza a vivir su nueva realidad, resulta a veces demasiado ireal; que el tandem Erica-Patrick ha perdido su frescura si bien la inclusión de nuevos personajes y situaciones, o el nuevo protagonismo de otros, compensan el desequilibrio.

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