Crónica Insignificante

Acabo de terminar el que fuera el libro que dio a conocer a Emilio Casado"Crónica insignificante" , y sólo puedo decir que estoy admirada de la versatilidad de su autor para moverse en distintos géneros.
Si en su segundo trabajo, "Nina", también reseñado en este blog, nos presentaba un thriller negro, en "Crónica insignificante" nos introduce en una comedia negra, muy en la línea de los buenos libros de Eduardo Mendoza.
El protagonista, Marcelo Suelas, es un retrato veráz de un tipo corriente y anodino, cuarentón, recién separado, con un trabajo nada especial y que ve a su hija en el régimen establecido por su ex mujer.
Esto lo convierte, desde el principio, en un personaje cercano, entrañable con el que empatizamos de inmediato.
Para colmo de males, sus recursos económicos le obligan a renunciar a vivir independiente por lo que regresa a vivir a casa de sus padres ocupando el mismo cuarto que le vio crecer y que su abnegada madre mantiene intacto desde que él lo abandonase para casarse.
Y pese a todo, es un tipo que sabe reírse de sí mismo, que nos contagia su ironía y con el que no cesamos de disfrutar en todas y cada una de sus calamidades.
Es el extraordinario retrato del personaje y todas y cada una de sus circunstancias personales, laborales, familiares y sentimentales lo que hace significativamente amena su lectura, convirtiéndonos, sin darnos cuenta, en cómplices silenciosos que elevan la rutina al grado de aventura cotidiana moderna.
Plagado de personajes muy bien estructurados y reales como la vida misma, de situaciones que, en mayor o menor medida, pueden fácilmente compararse con episodios similares nuestros, nos transformamos en Marcelo. Lo sentimos dentro. Es algo mágico de lo que pocos autores pueden vanagloriarse y que Emilio Casado consigue con esta historia.
Pero todo lo bueno acaba, toda acción tiene su consecuencia y, en el caso de Marcelo, llega un momento en que de pronto, sentimos que algo ha sucedido, que algo ha cambiado.
Imaginad por un instante que os encontráis disfrutando plenamente de de algo, nada especial ni ostentoso, pero que os hace felices. De repente, suena el teléfono y acudís a cogerlo aún con una sonrisa en la cara que, poco a poco, inevitablemente, se os va borrando del rostro a medida que escucháis la noticia que os da vuestro interlocutor, hasta el punto deque se os cae el auricular de las manos y os encontráis en un estado de shock, perdidos y momentáneamente  desconcertados y sólo acertáis a decir: "¿Cómo?"
Igual sucede en un momento de esta historia.
De repente, un giro inesperado lo transforma todo y nos pilla desprevenidos. Hasta tal punto nos hemos introducido en el relato que nos sucede como al protagonista: nos quedamos en blanco.
Un tanto para el autor, que nos ha manipulado hábil e inteligentemente, tal como hace el personaje de Bruno Montalvo con Marcelo Suelas.
Y volvemos de golpe a la realidad.

Nota: Notable alto.
Para los amantes de la ironía delirante. Altamente recomendable.
Lo mejor: su protagonista; La ironía y el humor negro que plagan la historia; Todos y cada uno de los personajes que orbitan en el mundo de Marcelo especialmente su madre; La comida dominical con el párroco del barrio;
Lo peor: que el giro abrupto de la historia, pese a su genialidad narrativa, cambia el tono del relato desvirtuando un poco a algunos personajes.

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